Su efecto positivo es tal, que diversos estudios científicos han comprobado que la presencia de un animal de compañía es de gran ayuda para tratar la depresión y la ansiedad.
Uno de los factores que hace que los perros sean estupendos compañeros es que no dan opiniones, críticas ni juicios; sin importar cómo seamos nos brindan lealtad y amor incondicional.
Por otra parte, los peluditos sacan lo mejor de nosotros. Imagina, por ejemplo, un día en que llegas completamente estresado a casa y lo primero que ves al entrar es a tu perro moviendo la cola ¿Cuál es tu reacción? Lo más común es que cambies tu comportamiento, te calmes un poco, pauses tu habla, tu respiración y tus pensamientos. Los perros nos muestran una versión de la realidad mucho más amable y simple, si tu mascota corre hacia ti, puede que hasta te arrebate una sonrisa.
La ciencia ha comprobado que acariciar a un perrito disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés y optimiza el sistema inmunológico mediante la construcción de glóbulos blancos. Los mimos y abrazos inundan nuestros cuerpos con oxitocina, una hormona que reduce el estrés y reduce la presión arterial. Además, aumentan la producción de serotonina y dopamina, las hormonas de la felicidad.
Otra manera en que los amigos de cuatro patas contribuyen a nuestra salud mental es esa dosis de responsabilidad que traen consigo. Los psicólogos positivos afirman que construimos nuestra autoestima aplicando nuestras habilidades a un trabajo. Cuando trabajamos por el bienestar de nuestro perro, nos recordamos a nosotros mismos que somos capaces de cuidar a otra criatura, así como a nosotros mismos.
En resumen, los perros nos brindan compañía, afecto y despiertan en nosotros sensaciones y pensamientos positivos que previenen y aminoran la depresión. No es casualidad que se diga que la felicidad es una palabra de cuatro patas.